¿Pánico o ansiedad? Aprende a distinguir entre ataques de pánico, ataques de ansiedad y trastorno de pánico

En los últimos años, términos como “ataque de pánico” y “ansiedad” se han vuelto comunes en conversaciones cotidianas. Sin embargo, es fácil confundirlos o usarlos como sinónimos, lo cual puede llevar a malentendidos e incluso a un diagnóstico incorrecto.

¿Qué diferencia hay entre un ataque de pánico, un ataque de ansiedad y un trastorno de pánico? Entender estos conceptos puede marcar la diferencia entre el miedo y el alivio.


Ataque de ansiedad: una respuesta acumulativa al estrés

El ataque de ansiedad no es un término oficial en los manuales diagnósticos, pero es ampliamente utilizado para describir un episodio de angustia progresiva que se intensifica con el tiempo. Suele estar vinculado a una situación concreta, como un examen, una discusión o una sobrecarga de responsabilidades.

En estos casos, la ansiedad no aparece de forma súbita. Por el contrario, se va acumulando y suele ir acompañada de síntomas como:

  • Nerviosismo y preocupación constante
  • Tensión muscular
  • Dificultad para concentrarse
  • Problemas para dormir
  • Sensación de estar “al límite”

El ataque de ansiedad responde a un pico dentro de un estado general de ansiedad prolongada. Es decir, el cuerpo y la mente llegan a un punto en el que ya no pueden sostener más tensión, y reaccionan con un colapso emocional.

Ataque de pánico: una tormenta que irrumpe de golpe

A diferencia del ataque de ansiedad, el ataque de pánico es repentino, abrupto e inesperado. Puede surgir en cualquier momento, incluso cuando la persona está tranquila o durmiendo. Dura generalmente entre 5 y 20 minutos, y se caracteriza por síntomas intensos y aterradores:

  • Palpitaciones y taquicardia
  • Dificultad para respirar (sensación de ahogo)
  • Mareo o despersonalización (sensación de estar desconectado de uno mismo)
  • Sudoración, temblores
  • Miedo intenso a perder el control, volverse loco o morir

Lo más impactante es que no hay una causa externa clara. La persona puede estar aparentemente bien, y de pronto, su cuerpo entra en un estado de alarma extrema. Esto genera una gran confusión y miedo a que vuelva a pasar.

Trastorno de pánico: cuando el miedo se vuelve cotidiano

El trastorno de pánico aparece cuando una persona ha tenido recurrentes ataques de pánico y desarrolla un miedo persistente a que vuelvan a suceder. Este miedo anticipatorio se vuelve limitante y comienza a afectar seriamente la vida diaria.

Algunos signos del trastorno de pánico:

  • Evitación de lugares donde ocurrió un ataque anterior
  • Preocupación constante por el cuerpo (hipervigilancia)
  • Conductas de escape (como no salir solo o evitar transporte público)
  • Malestar significativo en la vida laboral, social o personal

En estos casos, el miedo ya no se relaciona solo con los ataques en sí, sino con la idea de perder el control. Muchas personas terminan restringiendo su vida por temor a un nuevo episodio.


¿Qué hacer si te sentís identificado?

Lo primero es no minimizar lo que sentís. Ya sea un ataque de ansiedad o un ataque de pánico, tu sufrimiento es válido y merece atención. No estás solo ni estás perdiendo la razón. Estos episodios tienen explicación, tratamiento y solución.

Consultar con un profesional de la salud mental es clave para obtener un diagnóstico correcto y un plan de abordaje. Tanto la psicoterapia (como la Terapia Cognitivo-Conductual) como el acompañamiento médico pueden ayudarte a recuperar tu bienestar.


En resumen

  • Ataque de ansiedad: acumulación de estrés, evolución progresiva, suele tener una causa identificable.
  • Ataque de pánico: inicio brusco, sin causa aparente, síntomas intensos y desbordantes.
  • Trastorno de pánico: repetición de ataques + miedo persistente a que se repitan + evitación.

Identificar la diferencia te permite comprender lo que estás viviendo y dar el primer paso hacia el alivio. En Claves Mentales, te acompañamos a reconectar con tu tranquilidad, paso a paso.

No necesitas controlar tus pensamientos, pero sí dejar de alimentarlos. Un pensamiento no es una orden.

No todo pensamiento catastrófico se convierte en realidad. Podés sentir sin reaccionar.

No estás fallando si sentís miedo. Estás aprendiendo a escucharte de otra manera.

Respirar no es una técnica: es tu ancla para volver al presente.

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